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Confrontación en Arizona

Armas de fuego de gran potencia, maniobras de milicias y racismo en el proyecto Minuteman.

CONDADO DE COCHISE, Arizona. -- Las ciudades predominantemente hispanas de Douglas y Naco están conectadas por el acertadamente denominado Border Road (Camino Fronterizo), un tramo de 20 millas de tierra rocosa, que corre paralelo a un astroso alambrado de púas que separa a México de los Estados Unidos.

En la noche del 3 de abril, vigilantes armados acamparon a lo largo del Camino Fronterizo en una serie de puestos de vigilancia montados para el proyecto Minuteman, una acción de un mes de duración en la cual grupos rotativos de 150 a 200 militantes anti-inmigración se movilizaron en el sureste de Arizona, portando insignias de plástico baratas con la inscripción "Agente de patrullaje fronterizo de indocumentados". Su objetivo declarado era "hacer el trabajo que nuestro gobierno se niega a hacer" y "proteger a los Estados Unidos" de las "decenas de millones de extranjeros ilegales que nos invaden y están devorando y saqueando a nuestra nación".

En la Estación Dos, los voluntarios de Minuteman asaban salchichas alemanas y fantaseaban sobre cometer asesinatos.

"Debería ser legal matar ilegales", afirmó Carl de 69 años, un veterano jubilado de las Fuerzas Especiales que luchó en Vietnam y ahora vive en el Oeste. "Simplemente dispararles cuando estén en la mira. Es mi recomendación sobre política inmigratoria. Entras en mi país y mueres."

Carl estaba armado con un revólver adaptado para disparar cartuchos de escopeta. Llevaba el cañón de mano en una funda debajo de una camisa con la inscripción "Chicos malos estadounidenses" en rojo, blanco y azul. Entre los otros vigilantes asignados a la Estación Dos había un par de miembros autodeclarados de la Alianza Nacional, una violenta organización neonazi. Estos hombres, que se identificaron únicamente como Johnny y Michael, vestían enteramente de camuflaje y llevaban pistolas semiautomáticas aseguradas al cuerpo con correas.

Más temprano ese mismo día, Johnny y Michael habían explorado las colinas ondulantes y salpicadas de cactus al norte del Camino Fronterizo para ubicar posiciones para francotiradores, tomando marcaciones de brújula y trazando mapas para referencia futura.

"Estoy completamente de acuerdo", dijo Michael. "Subes allí con un rifle y empiezas por disparar a cuatro o cinco por semana; los otros cuatro mil o cinco mil que vienen tras ellos lo pensarán dos veces antes de cruzar esa línea".

Sosteniendo una salchicha asada en una mano y un visor nocturno barato en la otra, Johnny escudriñaba la maleza del lado mexicano, a muy corta distancia de él.

"Lo que hay que hacer es tirar los cuerpos a unos cuantos metros dentro de los Estados Unidos y dejarlos allí, con luces sobre ellos por las noches", propuso. "Es un mensaje de 'Prohibido el paso' en cualquier idioma."

La conversación se interrumpió justo antes de proponer la decapitación de los mexicanos para colocar sus cabezas en picas, con los rostros mirando al sur.

"No me gusta la violencia, pero si comenzamos a hacer lo que dices, demostraríamos que esta vez sí hablamos en serio", aseguró la única mujer del grupo y la única persona que no portaba armas. "El mensaje sería: '¡Estos son los Estados Unidos de América, no se metan con nosotros!"

La mujer, que decía pertenecer a un grupo anti-inmigración de Pensilvania, había enfurecido a Johnny y Michael esa tarde cuando se presentó con un pendiente de estrella de David colgando debajo del escote de su camiseta con la inscripción "Sobreviví al proyecto Minuteman". También discutió con ellos sobre la moralidad de las peleas de pit bulls y manifestó su creencia en los derechos de los animales y en los refugios para salvar a perros y gatos de la muerte. Comenzaron a llamarla "perra judía" a sus espaldas.

Ella se ganó nuevamente la aprobación de sus compañeros al condonar el placer de matar.

"Maldición, pensé que eras uno de ellos", dijo Michael.

"¿Uno de quiénes?", preguntó la mujer.

"Ya sabes, derechos de los animales, pacifismo, salven a los gatitos y toda esa basura".

"Es posible que suene extraño, pero es sólo que tengo más respeto por las vidas de los perros y gatos callejeros que por los extranjeros ilegales."

"No es extraño en absoluto", respondió Michael. "Para nada".

Jugando a los soldados
Las milicias de los vigilantes han estado capturando, golpeando con pistolas y, muy posiblemente, disparando a inmigrantes latinoamericanos en el Condado de Cochise desde fines de la década de 1990, cuando los cambios de políticas de control fronterizo en los Estados Unidos transformaron esa elevada región desértica en el punto principal de entrada de dos de las exportaciones más valiosas del mercado negro de México: drogas y personas.

Pero el proyecto Minuteman redobló la apuesta con una campaña de reclutamiento nacional muy promocionada, seguida por una campaña de manipulación engañosa de los medios de comunicación. Estas maniobras generaron una masiva cobertura a nivel nacional, positiva en la mayoría de los casos, de lo que en realidad era poco más que una reunión relativamente pequeña e inútil de fanáticos intolerantes y "guerreros de fin de semana", liderados por un par de personajes que se disputaban la atención de los medios. Mientras jugaban a los soldados en el desierto durante unas cuantas semanas, el despliegue publicitario transformó a esta rudimentaria banda en la vanguardia de elite del movimiento anti-inmigración de los Estados Unidos.

El proyecto Minuteman fue un producto engendrado por las mentes de dos personas: Jim Gilchrist, contador jubilado y veterano de Vietnam, oriundo del Condado de Orange, California; y Chris Simcox, ex-maestro de jardín de infantes en una escuela privada de Brentwood, California, quien abandonó su trabajo y su familia para mudarse a Tombstone, Arizona, y caracterizarse como un abierto militante anti-inmigración luego de los ataques terroristas del 11 de setiembre.

Antes de que comenzara el proyecto Minuteman, Gilchrist y Simcox aseguraron en repetidas ocasiones haber reclutado a más de 1300 voluntarios. Pero cuando pusieron en marcha su plan en Tombstone el 1 de abril, Día de los Inocentes, en realidad se presentaron menos de 150 voluntarios que fueron claramente superados en número en las calles de escenografía de película del Lejano Oeste por un enjambre de periodistas, fotógrafos, camarógrafos, manifestantes anti-Minuteman, observadores legales de la American Civil Liberties Union (Unión Estadounidense de Libertades Civiles) y actores disfrazados para espectáculos de tiroteo.

En general, los enrolados en el proyecto Minuteman eran casi todos blancos. No era de extrañarse, excepto que Gilchrist y Simcox también habían afirmado antes del 1 de abril que el 40% de sus voluntarios estaría constituido por minorías. éstas incluían, según su sitio web, "afro-americanos", "mexicano-americanos", "armenio-americanos", cuatro parapléjicos y seis personas con miembros amputados.

California y Arizona eran los estados con mayor cantidad de representantes entre los enrolados en Minuteman, pero los voluntarios provenían de todo el país. Muchos, si no la mayoría, eran mayores de 50 años, con un alto porcentaje de militares jubilados, oficiales de policía y guardias de prisión. Las mujeres constituían casi un tercio de los voluntarios, que incluía un grupo de mujeres de cabellos blancos oriundas del Condado de Orange, California, que vendían productos de fabricación casera con propaganda del proyecto Minuteman, como camisetas con la inscripción "¿Qué parte de 'ilegal' no entienden?" y las insignias rápidamente omnipresentes "Agente de patrullaje fronterizo de indocumentados" que, cual un oxímoron, presentaban falsificaciones a color del sello oficial del Departamento de Seguridad Nacional.

El orador que pronunció el discurso que expresaba las ideas del grupo en la reunión inaugural del proyecto Minuteman fue Tom Tancredo, el congresista republicano por Colorado que preside el Cónclave del Congreso para la Reforma Inmigratoria (Congressional Immigration Reform Caucus).

Tancredo se dirigió a una audiencia de casi 100 personas dentro del Schieffelin Hall, un auditorio cerca del OK Corral. Fuera del salón, una falange de Arizona Rangers (organismo estatal de policía) estaba ubicada entre la entrada del salón y casi 40 manifestantes anti-Minuteman que golpeaban cacerolas y tambores. Mientras, los artistas de un grupo de danza tradicional azteca, vestidos con vibrantes atuendos, saltaban y se contoneaban al compás de un ritmo cacofónico.

A fines de marzo, el presidente Bush había condenado el proyecto Minuteman en una conferencia de prensa conjunta con el presidente de México, Vicente Fox. "Estoy en contra de los vigilantes de los Estados Unidos de América", afirmó Bush. "Estoy a favor de hacer cumplir la ley de una manera racional."

Tancredo aseguró que se debería obligar a Bush a escribir cien veces sobre un pizarrón "Lamento haberlos llamado vigilantes", y que luego lo borre con la lengua.

"Ustedes no son vigilantes", bramó. "¡Son héroes!"

Tancredo dijo a los Minutemen que cada uno de ellos representaba a 100.000 estadounidenses que pensaban igual y que no tenían cómo hacer el viaje. Aplaudió a Gilchrist y Simcox por ser "dos buenos hombres que comprenden que no debemos renunciar nunca a nuestro derecho como ciudadanos de cumplir con el deber patriótico de defender nuestro país... y detener esta invasión nosotros mismos".

Territorio enemigo


Un voluntario de Minuteman explora el desierto en busca de 'invasores.'

Mientras Gilchrist es un miembro recientemente destacado del frente anti-inmigración -- hace poco se unió a la Coalición de California para la Reforma Inmigratoria (California Coalition for Immigration Reform), un grupo de odio cuyo líder describe en forma rutinaria a los mexicanos como "salvajes" -- Simcox ha sido un miembro activo desde el año 2002, cuando fundó la Defensa Civil de la Patria (Civil Homeland Defense), una milicia de vigilantes con sede en Tombstone de la cual se ufana diciendo que ha capturado a más de 5000 mexicanos y centroamericanos que entraron en el país sin visas.

"Estas personas no vienen a trabajar. Vienen a robar y traficar drogas", dijo Simcox a Intelligence Report en una entrevista en 2003. "Necesitamos que la Guardia Nacional limpie nuestras ciudades y las acorrale."

Sin embargo, ése era el viejo Chris Simcox, no este nuevo Chris Simcox bien vestido, acicalado y listo para salir a escena.

El viejo Simcox describía a la Defensa Civil de la Patria como un "comité de vigilantes" y "una milicia de patrullaje fronterizo". El nuevo Simcox -- el entrevistado en decenas de programas de noticias de televisión nacional y por los principales periódicos para artículos sobre el proyecto Minuteman -- calificó a su nuevo y más amplio equipo de ciudadanos de patrullaje fronterizo como "más bien un programa vecinal de vigilancia".

El viejo Simcox decía de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos: "No les importa cortarte la garganta y tomar tu dinero, o vender drogas a tus hijos o violar a tu hija; son gente malvada." El nuevo Simcox dijo que comprendía sus dificultades, y los consideraba víctimas de las políticas fallidas de su propio gobierno.

Gilchrist pronunció sus mordaces citas incluso con mayor maquillaje, comparándose frecuentemente a sí mismo y a la mayoría de sus voluntarios con "Martin Luther Kings blancos" y al proyecto Minuteman con el movimiento por los derechos civiles. Absurdamente, él y Simcox han declarado en una entrevista tras otra que diseñaron el proyecto Minuteman para "proteger a los Estados Unidos de los traficantes de drogas y los terroristas", en igual medida que para atrapar a inmigrantes indocumentados y entregarlos a la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos.

Los medios estadounidenses convencionales fracasaron ampliamente en cuestionar estas flagrantes reinvenciones, aun cuando la retórica militante de Gilchrist sobre los inmigrantes que "devoran y saquean a nuestra nación" todavía se encuentra en el sitio web del proyecto Minuteman; aun cuando las declaraciones de Simcox son de dominio público (muchas fueron publicadas en su propio periódico, Tombstone Tumbleweed), y aun cuando los líderes del proyecto Minuteman tienen antecedentes de haber mentido a los medios.

A principios de este año, los sitios web neonazis y de defensa de la supremacía blanca comenzaron abiertamente a reclutar simpatizantes para el proyecto Minuteman. En respuesta, Gilchrist y Simcox declararon que habían prohibido específicamente la participación de los cabezas rapadas neonazis y los miembros racistas de organizaciones como la Alianza Nacional y Naciones Arias. Presionados por los periodistas para que explicaran exactamente cómo planeaban mantener fuera a estos indeseables, los dos organizadores afirmaron que estaban trabajando con el FBI para verificar cuidadosamente los antecedentes de todos los voluntarios potenciales de Minuteman, y lo único que lograron fue que el FBI lo negara por completo.

Entonces, Gilchrist y Simcox aseguraron que estaban verificando personalmente a cada uno de los voluntarios potenciales usando para ello bases de datos en línea. Aun si fuera cierto, una de las computadores de Gilchrist falló en la mañana del 1 de abril, borrando los registros de por lo menos 75 voluntarios preinscritos. Como resultado, el procedimiento de inscripción llevado a cabo en Tombstone degeneró rápidamente en una inscripción irrestricta, y virtualmente a cualquier persona que se presentara y diera su nombre se le entregaba una insignia del proyecto Minuteman y se le indicaba dónde ir al día siguiente para que se le asignara un puesto de vigilancia.

Además, Gilchrist y Simcox manifestaron a los medios antes del 1 de abril que a los únicos voluntarios a quienes se les permitiría portar armas serían aquellos que tuvieran un permiso de portación de armas ocultas de los estados de los que provinieran, como una pauta de que por lo menos habían pasado una somera investigación de antecedentes. De hecho, prácticamente no se pidió ningún permiso.

Si bien la mayoría de los voluntarios de Minuteman no eran racistas organizados, por lo menos un miembro de Naciones Arias se había infiltrado, y Johnny y Michael afirmaron que había dos de los seis miembros del cabildo de Phoenix de la Alianza Nacional que se habían enlistado como voluntarios de Minuteman. Dijeron que los otros cuatro habían llegado por separado en grupos de dos para cubrir más terreno y ser menos conspicuos. Aseguraron que los miembros de la Alianza se presentaron para respaldar el proyecto Minuteman, pero también para reclutar nuevos miembros y para aprender cuáles eran las zonas remotas de gran actividad para los que cruzaban la frontera en el Condado de Cochise. Dijeron que su intención era volver y organizar pequeñas patrullas móviles de vigilantes, pertenecientes únicamente a la Alianza Nacional, en el otoño "cuando podamos tener un poco más de privacidad", según las palabras de Johnny.

El día después de la desastrosa inscripción, el proyecto Minuteman patrocinó una protesta frente al cuartel general de la Patrulla Fronteriza de Naco. Convocó alrededor de 75 manifestantes, incluidos Johnny y Michael, que se sentaron tranquilamente en sillas de jardín, usando lentes de sol y sosteniendo pancartas.

El cartel de Michael estaba decorado con un gráfico de flechas de un salón de operaciones militares; las flechas representaban ejércitos marchando desde México hacia el norte y se desplegaban dentro de todo Estados Unidos.

"¿Invasión?", preguntaba el cartel. "¿Qué invasión?"

El gráfico del cartel de Michael era casi idéntico a las imágenes de un cartel publicitario que la Alianza pagó para colocar a principios de año en un barrio predominantemente latino de Las Vegas, y en volantes de la Alianza arrojados en las entradas a los garajes y los jardines de Douglas y Tombstone a fines de marzo, durante una campaña nocturna de distribución.

"¿Inmigración o invasión?", preguntaban los volantes. "Los 'no-blancos' están convirtiendo a los Estados Unidos en un barrio marginal del Tercer Mundo. Vienen por la asistencia social o para quitarnos los empleos. Traen el delito. ¡Hay que enviarlos de regreso ahora!"

Johnny y Michael no revelaron sus apellidos a nadie y no hablaron de sus ocupaciones en ningún momento, aunque Michael dijo que había luchado en la primera Guerra del Golfo con la 82a División Aerotransportada. En la protesta vestía un chaleco camuflado para el desierto sobre una camisa negra, estampada con un puño blanco y botas de combate. Había también otras pequeñas pistas sobre la ideología del par. Mientras conducían hacia la manifestación de protesta, pusieron a todo volumen la música de la banda de rock Youngblood, del white-power (poder blanco). Johnny hizo varias referencias a las "14 Palabras", un adagio de la supremacía blanca ("Debemos asegurar la existencia de nuestra raza y el futuro de los niños blancos"). Johnny también tenía el símbolo de la Alianza Nacional tatuado en la nuca y "Nacido en los E.C.A.", en alusión a los Estados Confederados de América, escrito con tinta debajo de la mandíbula izquierda.

"Ambos crecimos en El Paso, y desde niños tenemos conciencia del problema racial", afirmó Michael. "Cuando cursábamos sexto grado, El Paso implementó un programa de busing (traslado de escolares en autobús a colegios fuera de su zona para favorecer la integración racial), y me enviaron a una escuela secundaria donde el 95% eran mexicanos. Me pegaban casi todos los días. Johnny y yo empezamos a respaldarnos el uno al otro, y desde entonces hemos estado peleando contra los mexicanos".

Aunque ambos viven en Arizona desde fines de la década de 1990, el proyecto Minuteman les proporcionó la primera oportunidad en la que se atrevieron a acercarse a la frontera.

"La única manera en la que yo vendría aquí es con un grupo de otros blancos con armas", aseguró Michael. "Los blancos son minoría en las ciudades fronterizas. Ya han sido tomadas. éste es territorio enemigo."

Preparen armas
El "centro de comando y comunicaciones" del proyecto Minuteman estaba ubicado en el campus de la universidad Miracle Valley Bible College, un antiguo complejo religioso en las afueras de Naco. Había colchones manchados y trastos sucios abarrotaban los salones de los edificios de dormitorios del complejo, donde dormían 100 voluntarios de Minuteman de a dos por habitación.

Otros 30 a 40 vigilantes levantaron carpas en una cancha de fútbol cubierta de mala hierba con una valla de protección oxidada, donde los fuertes vientos del desierto silbaban mientras arrastraban y hacían girar cúmulos de maleza seca.

La atmósfera social del desolado complejo estaba saturada de paranoia, fetichismo militar y machismo. Un cartel impreso prolijamente en la sala de duchas comunitaria, que anunciaba "Horario de duchas para mujeres: 7-9 y 3-5", estaba garabateado con la leyenda "¡NO!" ¡HOMBRES úNICAMENTE!"

En el día dos del proyecto Minuteman, los voluntarios se referían a la cafetería de la universidad como "el comedor", los dormitorios como "los cuarteles" y los límites del campus como "el perímetro". La seguridad era estricta. Los guardias armados patrullaban el perímetro y detenían a los autos en la puerta principal para verificar si los ocupantes llevaban las insignias de Minuteman. Los equipos de seguridad de Minuteman colocaron al azar bengalas de disparo en el desierto, fuera de las estructuras del complejo, para que durante las noches los alertaran de la presencia de intrusos.

Los rumores de peligro inminente recorrían los dormitorios con regularidad, con gritos de "preparen armas", porque la conocida pandilla callejera centroamericana MS-13 estaba por atacar el campus.

La MS-13 es el cuco favorito de los movimientos anti-inmigración; a fines de marzo, rumores sin fundamento difundidos por internet decían que los líderes de la MS-13 habían dado órdenes para que cientos de miembros de la MS-13 de Los ángeles y Phoenix se dirigieran al Condado de Cochise y "les dieran una lección a los Minutemen". El 28 de marzo, el Washington Times informó de estos rumores como un hecho en un artículo de portada bajo el título "Banda atacará la vigilia de Minuteman en la frontera con México".

En la noche del 4 de abril, un grito de alarma se extendió por todo el complejo de Miracle Valley, afirmando que se había recibido "una amenaza creíble" de que miembros armados de la pandilla MS-13 estaban por liderar un ataque de cientos de mexicanos "a través del alambrado" y contra los puestos de Minuteman a lo largo del Camino Fronterizo.

Colocándose blindajes en el cuerpo y cargando sus armas con furia, los oficiales de seguridad del proyecto Minuteman y ciudadanos voluntarios subieron a los vehículos y corrieron al rescate, para descubrir que, al igual que todos los supuestos ataques al complejo de Bible College, el ataque de la MS-13 nunca se concretó.

La cultura del miedo del proyecto Minuteman comenzaba arriba con los dirigentes y se extendía de manera descendente a través de los rangos. Un enorme guardaespaldas vestido completamente de negro seguía a Gilchrist en todo momento, y Simcox usaba a menudo un chaleco antibalas (Simcox no puede portar armas debido a una condena de 2004 por portar ilegalmente una pistola en un parque nacional, mientras estaba a la caza de inmigrantes).

Cuando Johnny y Michael llegaron por primera vez a sus puestos asignados en el Camino Fronterizo, observaron con recelo una formación rocosa sobre una colina, a unos 250 metros de distancia en territorio mexicano.

"ése es un nido perfecto para un francotirador de la MS-13", afirmó Michael. "Debes estar alerta a cualquier destello metálico que provenga de allí".

Johnny extrajo un par de fundas vinílicas de rifles desde un escondite en una ruma de equipos suplementarios militares y de campamento que colmaban la parte trasera de su Toyota 4Runner. Dentro de las fundas había rifles de asalto, una violación a la política sobre armas de Minuteman, que exigía a sus voluntarios que portaran únicamente pistolas. "Están cargadas, y aquí hay cartuchos adicionales en caso de que algo suceda", dijo.

Carl encontró una depresión en la tierra debajo de su camioneta y convocó a su escuadrón.

"ésta es nuestra posición de repliegue", explicó. "Si recibimos disparos, todos se refugian aquí y bajan la cabeza".

Pero no hubo disparos, ni hordas invasoras de tez oscura. Día tras día, hora tras hora, los voluntarios del proyecto Minuteman se distribuyeron en siete puestos a lo largo de un tramo de una milla del Camino Fronterizo, sentados en sillas de jardín y dando vueltas, mirando fijo la tierra, los cactus y las ocasionales liebres.

Había tan poca actividad en el lado mexicano de la cerca que un ranchero solitario a caballo al sur de la frontera era suficiente para establecer una serie de agitadas comunicaciones radiales: "Estación Dos, habla estación Uno, tenemos un posible elemento hostil dirigiéndose a caballo hacia su posición, cambio".

El ranchero sonrió, saludó con la mano y gritó: "¡Hola!"

"Es probable que esté estudiando la fortaleza y las posiciones de nuestras tropas", dijo Michael. "No confío en ese hombre".

En un refugio albergado en una iglesia católica en Agua Prieta, México, posibles inmigrantes a los Estados Unidos hablan sobre el proyecto Minuteman, del cual saben por los volantes de '¡Peligro!' que el gobierno hizo circular.
(especial)

Ametralladoras y Campos minados
Richard Hodges, residente del Condado de Cochise de toda la vida, vive con su esposa en una hacienda cerca del Camino Fronterizo, del lado que da a Naco, en la misma casa que construyó su bisabuelo en 1897. Sentía curiosidad por el proyecto Minuteman y recorrió el Camino Fronterizo de un extremo al otro junto con otros residentes locales, tomando fotos y conversando con los vigilantes.

"Algunos de ellos parecen correctos, les doy mérito por ser consecuentes con lo que dicen y hacer lo que piensan, y por atraer bastante atención sobre el problema de la inmigración ilegal. Pero muchos de ellos son demasiado extremistas, demasiado racistas para mi gusto", afirmó Hodges. "Me hablaban como si fueran de la supremacía blanca o algo por el estilo, y suponían que también yo debía serlo sólo por vivir aquí y tener que tratar con todos los ilegales. Pero no me gusta esa clase de actitud. No es la mentalidad adecuada que la gente necesita tener aquí. Esa forma de pensar debería haber muerto con Hitler."

Hodges dijo que cuando era niño, el mexicano promedio no tenía motivos para escabullirse en los Estados Unidos.

"Todo estaba bastante bien en México, de modo que cuando mi papá encontraba a un mexicano en su propiedad, obviamente le apuntaba con un arma, pero no porque no le gustaran los mexicanos, sino porque sabía que ese mexicano probablemente estaba huyendo, pues los delincuentes escapaban a los Estados Unidos, del mismo modo que nuestros delincuentes escapaban a México. Mi padre solía obligarlos a quitarse los pantalones y les daba a elegir: volver a México sin sus pantalones, o esperar al alguacil", relató Hodges.

Las cosas ahora son diferentes.

"Encuentro ilegales en mi propiedad todo el tiempo, pero no les apunto con un arma. Se puede saber con sólo mirarlos que no son una amenaza. No me asustan. No quieren atacarme. Sólo quieren seguir su camino. A veces llamo a la Patrulla Fronteriza, si son un grupo muy grande. Otras veces me digo: "¡Qué diablos!" y los dejo tranquilos. No me preocupa que algunos vengan en busca de asistencia social gratuita, y estoy seguro que algunos deben de ser delincuentes, pero hablo mucho con ellos, y le diré que la mayoría viene a trabajar. Así de simple".

El problema de la inmigración no se puede resolver en los Estados Unidos, aseguró Hodges. Sólo puede ser resuelto en México.

"Estuve en la Fuerza Aérea y vi cómo lo hicieron los soviéticos. Claro que podemos levantar un muro, colocar torres con ametralladoras y crear una tierra de nadie con campos minados. Podemos comenzar a ametrallar personas y hacerlas volar en pedazos. Así podríamos frenarlos por un tiempo, pero eso no los detendrá mientras permitamos que el gobierno mexicano siga tratando tan mal a estas personas. Podemos poner a los Marines en la frontera, construir todos los muros y convocar todos los proyectos Minuteman que queramos. No se van a detener. Hay millones y millones y millones de personas pobres y desesperadas en México, y el hambre es una poderosa fuerza motivadora".

Pero no importa cuán desesperados estuvieran, era difícil imaginar que alguien, excepto los inmigrantes indocumentados más temerarios, intentara cruzar hacia los Estados Unidos por esa milla del Camino Fronterizo vigilada por el proyecto Minuteman, menos cuando era tan fácil recorrer una milla más en cualquier dirección y evitar la zona de los vigilantes, una zona que hervía de actividad fácilmente detectable a la distancia.

El bloqueo de los vigilantes se vio incrementado por una procesión constante de agentes de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, alguaciles del sheriff del Condado de Cochise, residentes locales curiosos como Hodges, y los omnipresentes medios de comunicación. Además, cuando posaban ante las cámaras, mirando con dramatismo hacia el desierto absolutamente vacío a través de sus binoculares y telescopios de localización, los voluntarios del proyecto Minuteman se vieron, ellos mismo, permanentemente vigilados por grupos deambulantes de observadores legales de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, a quienes los voluntarios de Minuteman catalogaban en sus radios como "traidores", "Jane Fondas" y "judíos de la Unión de Libertades Civiles".

Los voluntarios de Minuteman se mantenían impávidos ante la mayoría de periodistas y camarógrafos que recorrían el Camino Fronterizo, en busca de entrevistas y filmaciones. Pero los vigilantes aclamaron la llegada del equipo del canal de noticias Fox News ("Son nuestra gente", afirmó Michael) y del presentador de CNN Lou Dobbs, partidario de la anti-inmigración, cuya cobertura del proyecto Minuteman fue especialmente dócil.

Gilchrist y Simcox tenían dificultades en compartir el centro de atención. Resultó que el Condado de Cochise no era suficientemente grande para albergar ambos egos.

Cuando Simcox observó a Gilchrist rodeado de periodistas, se dijo a sí mismo pero en voz alta: "Allá va Gilchrist, haciéndose cargo otra vez".

Simcox se dirigió a un grupo de voluntarios y dijo: "Oigan, necesito que todos entiendan que si bien la gente de California hizo un buen trabajo en traerlos aquí, ahora que están aquí yo soy quien manda, porque este es territorio de la Defensa Civil de la Patria. Entienden, ¿verdad? Gracias."

De los dos, Gilchrist resultó el más trillado por los medios.

En la tarde del 2 de abril, un director de documentales colocó a Gilchrist frente a Johnny, Michael y Carl, haciéndolos posar uno junto al otro delante del alambrado fronterizo, con sus espaldas hacia el "nido de francotiradores" que tanto habían temido descuidar unas cuantas horas antes.

"No somos racistas", decía Gilchrist a la cámara. "No apoyamos el racismo y no somos un grupo de odio. Les hemos dicho a los miembros de la supremacía blanca que no son bienvenidos aquí, y los hemos mantenido fuera. Los únicos miembros de grupos de odio aquí son los pertenecientes a la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (American Civil Liberties Union, ACLU)".

Johnny y Michael lucían sus caras de póquer.

"Los de la ACLU no son diferentes que los de la supremacía blanca", aseguró Gilchrist. "Son un peligro real y evidente. Tienen la misma mentalidad que quienes asesinaron a Martin Luther King, y buscan asesinarnos. Literalmente, la ACLU quiere matarnos con la excusa de que somos violentos. Hemos sido vilipendiados y castigados como monstruos macabros, como máquinas de guerra asesinas de niños y portadoras de armas.

"No estamos a favor de la violencia, y no odiamos a los inmigrantes. No tenemos problemas con los mexicanos. Si vienen al país legalmente, los queremos aquí. Queremos que los Estados Unidos sea un crisol de distintas clases de personas, donde cada raza, color y credo se mezclen".

Los dos neonazis se irritaron. ¿Crisol de distintas clases de personas? ¿Hablaba en serio?

"Somos una manifestación pacífica. Hacemos esto de manera pacífica, como nuestros padres de la patria hubieran querido. No necesitamos bates de béisbol, palancas, pistolas, lanzallamas ni aplanadoras para expulsar a la gente y arrasar poblados. Podemos hacer esto pacíficamente, del mismo modo que Martin Luther King buscaba justicia para los negros estadounidenses. Somos seguidores de Gandhi y Martin Luther King...".

"Fin de la entrevista", dijo Johnny.

él y Michael se alejaron abruptamente.

Una vez que estuvieron lejos para que no los oyeran, Johnny se refirió a King como "un gorila de espalda plateada de Alabama" e imitó los ruidos de un gorila. Michael dijo: "Espero que [Gilchrist] no crea esa basura. Entiendo que debía ser políticamente correcto para los medios, pero vamos... Gandhi no usaba armas. Estamos en una guerra racial, no en una marcha pacifista."

"¡·¡±¹Ã­³Ù±ð±ô´Ç²õ!"
A mediados de abril, el proyecto Minuteman anunció la victoria total.

"Ciudadanos en sillas de jardín, armados únicamente con teléfonos celulares y binoculares, cerraron una extensión de 25 millas de frontera", se ufanó Simcox en una conferencia de prensa llevada a cabo en el complejo del Miracle Valley Bible College. Hemos demostrado a nuestro gobierno que puede hacerse".

En realidad, los ciudadanos estaban armados con mucho más que teléfonos celulares y binoculares, y estuvieron recorriendo como máximo dos millas de la frontera, dos millas que ni siquiera eran continuas.

Como prueba de su éxito, Gilchrist y Simcox pregonaron una contundente estadística: el número de arrestos de presuntos inmigrantes ilegales por parte de la Patrulla Fronteriza en la zona donde se desarrolló el proyecto Minuteman cayó en casi 90% durante el mes de abril, comparado con los años anteriores.

Pero los funcionarios gubernamentales de ambos lados de la frontera afirmaron que eso se debió a que el gobierno mexicano hizo un enorme esfuerzo para advertir a los inmigrantes que querían cruzar la frontera acerca del proyecto Minuteman, y miles de inmigrantes caminaron un poco más para evitar a los vigilantes o simplemente se ocultaron en la ciudad fronteriza de Agua Prieta en México, donde esperaron a que los vigilantes se fueran a casa a fines de abril.

El gobernador del estado fronterizo mexicano de Sonora, Eduardo Bours Castelo, ordenó que 44 miembros de la Policía Estatal Preventiva de Sonora patrullen un enorme rancho de ganado frente al sector de Minuteman del Camino Fronterizo, con el fin de interceptar a los migrantes incautos antes de que llegaran a los puestos de los vigilantes.

El organismo de patrullaje fronterizo federal mexicano, Grupo Beta, designado para proteger a los inmigrantes de los bandidos y para buscar a los que hayan sucumbido por el sol abrasador, también reforzaron sus filas.

"Estamos tratando de asustarlos. Les decimos que los del proyecto Minuteman pueden dispararles", dijo Enrique Palafox, comandante del Grupo Beta en Agua Prieta. Tanto las patrullas federales como las estatales informaron a los inmigrantes de las ubicaciones de los puestos de vigilancia del proyecto Minuteman, y les ofrecieron llevarlos de regreso a Agua Prieta para que pudieran esperar hasta que los vigilantes se fueran o, por lo menos, reabastecerse de agua y comida antes de partir otra vez en busca de una ruta alternativa.

Durante todo el mes de abril, en las calles de Agua Prieta se exhibían folletos en papel rojo brillante que advertían en español: "¡Peligro! En publicaciones de los Estados Unidos y México se informa que, durante el mes de abril, cientos de vigilantes de los Estados Unidos formarán patrullas a lo largo de la frontera, desde Agua Prieta hasta Naco. Es posible que estas personas porten armas. No forman parte de la Patrulla Fronteriza ni del gobierno de los Estados Unidos. ¡Evítelos! ¡Son peligrosos!"

Una noche, durante la segunda semana del proyecto Minuteman, en el Centro de Atención al Migrante Exodus (CAME), un refugio temporal para inmigrantes alojado dentro de una iglesia católica a un par de millas de la frontera en Agua Prieta, un grupo de nueve hombres con edades bordeando los veinte años, procedentes de Veracruz, estaban reunidos alrededor de una larga mesa, devorando con avidez sopa y tortillas. Dijeron que estaban decididos a entrar a los Estados Unidos para poder ganar 50 dólares por día como jornaleros, en lugar de los 50 pesos (alrededor de 5 dólares) que ganaban por 10 horas de cortar caña de azúcar en casa.

"No voy a los Estados Unidos para robar a nadie", aseguró el aparente líder del grupo, un joven granjero de 20 años, llamado Luis. "Si quisiera robar para vivir, puedo hacerlo en México. Por favor, díganle a los hombres de Minuteman que no quiero pelear."

Hacia el final del proyecto Minuteman, sus organizadores manifestaron haber colaborado en la captura de 336 inmigrantes indocumentados, procedentes de México y de Centroamérica. Además de los puestos a lo largo del Camino Fronterizo, el proyecto Minuteman estableció una cadena de campamentos 40 millas al este del Camino Fronterizo y 35 millas al norte de la frontera. Allí, los voluntarios vigilaban una serie de vados secos y alcantarillas cerca de la carretera, que sirven como "lugares de espera" donde los exhaustos inmigrantes se detienen para dormir y esperar a que alguien les ofrezca un aventón, luego de recorrer a pie las montañas y atravesar el desierto durante dos o tres días.

A juzgar por el tráfico de radio del proyecto Minuteman, los vigilantes que patrullaron los lugares de espera detuvieron a muchos más inmigrantes que aquéllos que se encontraban en el popular Camino Fronterizo, aunque la cifra total de 336 es imposible de verificar porque la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos no lleva un registro de la identidad o afiliación de los ciudadanos informantes.

Los funcionarios de la Patrulla Fronteriza afirmaron que los voluntarios de Minuteman eran más un estorbo que una ayuda, porque con frecuencia daban falsas alarmas y activaban los sensores terrestres.

"La Patrulla Fronteriza no los quería, mi comunidad no los quería allí, y yo no los quería allí", dijo el alcalde de Douglas, Ray Borane. "En lo único que tuvieron éxito fue en crear sentimientos hostiles y difundir un mensaje racista. La atención que recibieron por parte de los medios de comunicación fue totalmente desproporcionada con respecto a su impacto real. Los mexicanos tienen un dicho que creo es adecuado para calificar el proyecto Minuteman: 'Pura canción y ninguna ópera'".

Marrón y blanco
Chris Simcox saltó a escena en Lafayette Square, Washington, D.C. Con la Casa Blanca como fondo, sonrió de oreja a oreja y mostró a la multitud que lo aclamaba sus dos pulgares señalando hacia arriba.

Era la mañana del lunes 25 de abril. Faltaba menos de una semana para terminar el proyecto Minuteman, y Simcox había dejado a sus tropas en el campo -- para entonces los números habían disminuido a menos de 50 -- para ser recibido como campeón en la capital de la nación por el "ejército para la reforma inmigratoria" reunido allí para una semana de campañas y cabildeo denominada "Hold Their Feet to the Fire" ("Los haremos cumplir a la fuerza"), patrocinada por la Federación para la Reforma Inmigratoria en los Estados Unidos (Federation for American Immigration Reform, FAIR).

El Director Ejecutivo de FAIR, Dan Stein, había invitado a Simcox personalmente. "Para muchos estadounidenses, el proyecto Minuteman se parece más a Lexington y Concord", afirmó Stein. "Representa la escalada de acción necesaria para vencer la arrogancia y el desprecio de la codicia egoísta. A mi juicio, aquéllos que lo ven de otra manera se equivocan por completo."

Parado frente a una audiencia que lo adoraba, Simcox afirmó que el proyecto Minuteman de Arizona era sólo el comienzo. "éste ha sido un sueño hecho realidad para los ciudadanos", aseguró. "Hemos sido lo suficientemente valientes como para levantarnos y decirle al gobierno federal que no está asegurando nuestras fronteras. Pero nuestros esfuerzos continuarán en el futuro con una campaña multiestatal. ¡No cederemos!"

Simcox abandonó el escenario, mientras la multitud coreaba: "¡Gracias, Chris! ¡Gracias, Chris!"

Los voluntarios de Minuteman y los entusiastas de FAIR obtuvieron su inspiración de la misma caldera de encendido resentimiento. Están hartos de que se les consulte su preferencia de idioma en los operadores automáticos, de oír español en la radio, de verlo escrito en anuncios, y de luchar para que les entiendan los ayudantes de camarero y las mucamas de hotel que "hablan mexicano".

La noticia de que Los ángeles acababa de elegir a su primer alcalde latino en 100 años fue sólo otro mal augurio de que Estados Unidos está siendo en efecto conquistado, una tarjeta verde falsa y un trabajo de salario mínimo a la vez. No les interesa discutir sobre las complejidades de la economía global. No quieren oír sobre políticas de comercio internacional o migraciones económicas.

Ellos ven el mundo en marrón y negro.

"Gracias a la burda mala conducta de nuestro gobierno, los estadounidenses van a luchar por su nación en las calles de sus propias ciudades", escribió Glenn Spencer, un destacado activista anti-inmigración, voluntario del proyecto Minuteman y huésped de "Lou Dobbs Tonight" en repetidas ocasiones, en un ensayo del 2 de mayo publicado en su sitio web America Border Patrol (Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos). "Muchos no sobrevivirán a este conflicto. Miles morirán."

Ya se han formado grupos que los imitan y ondean el estandarte de Minuteman, en California y Texas. Durante la misma semana que Simcox apareció en D.C., el gobernador de California Arnold Schwarzenegger alabó el proyecto Minuteman en un programa de radio, diciendo que recibiría con agrado a los vigilantes fronterizos en su estado.

"Creo que han hecho un trabajo excelente", afirmó. "Demuestra que funciona cuando se hace un esfuerzo, cuando se trabaja duro. Es algo que puede hacerse. Es una vergüenza que los ciudadanos particulares tengan que ir hacia allá y patrullar nuestras fronteras."

Gilchrist y Simcox anunciaron que estaban formando grupos disidentes de vigilantes por separado. En mayo, Simcox afirmó que "más de 15.000" personas ya se habían unido a su nueva organización, el Cuerpo de Defensa Civil Minuteman.

"Ahora estamos abocados a las tareas de reclutar, entrenar y desplegar a miles de ciudadanos estadounidenses hacia los cuatro estados sureños que limitan con México", dijo.

"Tenemos un mandato de los ciudadanos de los Estados Unidos que no sólo exigen mayor seguridad en la frontera, sino que ahora están dispuestos a participar ellos mismos en el aseguramiento de esas fronteras," expresó Simcox. "Tenemos la intención de cumplir la voluntad del pueblo."